[Historia]

Japón, 2012.- Una ambiciosa empresa, llamada ‘Shōrai Company’ empieza a agitarse. Es una empresa que lleva muchas décadas trabajando. La gente de la calle, las personas normales, creen que es una compañía normal que se dedica a fabricar y vender fármacos y, además, electrodomésticos. Pero no es así. Todo eso lo usan de tapadera, aunque los fármacos los usan como arma.

¿Desde hace cuánto que se cree en el fin del mundo? El primer creador de la empresa, un “visionario”, tenía teorías sobre el fin del mundo en los años 2012, 2013, 2018 o 2020, no estaba seguro. Lo que sí sabía era que de alguna manera había que combatir todo lo que pasaría. Sus fármacos hacían que la gente fuera más fácil de manipular. Un solo Ibuprofeno creado por la “inocente” compañía Shōrai podía, además de aliviar un dolor de cabeza o espalda, secretamente hacía que las personas fueran más dóciles. El plan del primer creador de la compañía, Bijon, era hacer a la gente más débil y sumisa, para después poder él hacer lo que quisiera en el mundo, con tal de prevenir la “catástrofe mundial” que azotaría al mundo décadas después.

Bijon murió, obviamente, pero su legado siempre fue pasando de familia en familia, hasta el 1980, cuando el quinto dueño de la empresa, Kyōki, se fijó a su alrededor. Libros y libros de fantasía le rodeaban, y empezó a sentirse curioso. Leía sobre personas, personas maravillosas, que poseían poderes y se hacían llamar magos, sobre seres inhumanos como los ángeles y los demonios, sobre criaturas extrañas como los hombres lobo y los vampiros, y demás creaciones de cada libro que él leía. Entonces sonrió, y tuvo una idea. ¿Posiblemente aquél fuera el mensaje? ¿Y si la manera de detener una posible catástrofe era tener esas clases de “monstruos” a su poder para detener la ira de Dioses que posiblemente décadas después llegaría para acabar con el planeta?

A partir de ahí, Kyōki empezó a hacer que la empresa fuera más cerrada, y empezaron. Experimentos y más experimentos, con el fin de encontrar la manera de crear cada uno de aquellos monstruos de los que tanto había leído. El legado de la empresa siguió pasando y, increíblemente, la empresa Shōrai consiguió finalmente crearlos.

Kyōki murió, y el nuevo y actual dueño de Shōrai, Yashin, mantiene a la empresa oculta, al igual que a sus trabajadores y, en especial, a sus experimentos. Se encarga de seguir creando, mutando e ingeniando, mientras van experimentando con niños, adolescentes y adultos por igual, convirtiéndolos en seres que desde siempre se ha creído en el mundo que no existen. Todos estos experimentos están encerrados, en la que se llama Shōrai City. Una pequeña ciudad, rodeada de murallas y torres, donde los experimentos habitan, y hay algunas cosas para la supervivencia, como tiendas y algún que otro instituto. Pero siempre hay soldados vigilándolos. Yashin se encarga, además, de hacer que este sitio en las montañas, no muy alejado de la ciudad, pase desapercibido y sin levantar sospechas.


Lo que no sabe es que los experimentos de dentro están hartos. Y quieren salir.